Para hablar de éxito en el aula con alumnos que presentan el síndrome TDAH, es evidente que tiene que existir una coordinación y colaboración entre tres elementos fundamentales: centro y autoridades educativas, familias y personal clínico especializado si es necesario. Sin esta unidad, junto con la predisposición favorable de los tres elementos anteriores para llegar a acuerdos, coincidimos todos en que el proceso de enseñanza no se llevará a cabo con total garantía.
Dado por hecho esta
colaboración y centrándonos en el aspecto educativo, existen una serie de
actuaciones con alumnos TDAH que pueden ayudar a que el proceso de enseñanza-aprendizaje
se lleve a cabo con garantías y sea sinónimo de éxito.
En primer lugar,
resulta imprescindible que el profesorado conozca las características del
alumnado al que impartirá docencia, así como actuaciones concretas que deberá
llevar a cabo para no empeorar la relación con él y el proceso de enseñanza.
Estas indicaciones deberían incluirse en un protocolo de actuación elaborado
por el centro y el departamento de orientación donde se muestren pautas
concretas que sirvan de punto de partida para comenzar con buen pie nuestra
labor. Se exige por tanto la implicación de los mismos en el proceso.
Informados sobre el
problema tanto por el centro como por el departamento de orientación, ahora nos
toca ponernos manos a la obra. En supuestos casos de TDAH tenemos que conocer
bien a los alumnos porque, a veces, los síntomas no se manifiestan con toda su
fuerza en clase debido al correcto trabajo que realizan sus familias. En
cualquier caso sería conveniente seguir una serie de pautas o indicadores que
nos encaucen hacia el éxito de su educación y socialización.
Siempre con la idea
de solventar los problemas académicos (dificultades en lectura, escritura,
cálculo) y conductuales de estos alumnos (conductas desatentas, hiperactivas,
impulsivas y de falta de autocontrol, desorden, falta de autonomía, etc.), el
factor “actuación en el aula” es muy importante. Dentro de estas actuaciones,
resulta fundamental la organización del espacio-tiempo (trabajo en pupitres
independientes al lado del profesor, eliminar elementos de despiste,
estructuración de tareas en tiempos breves…), la metodología utilizada
(estructuración y orden en la presentación de contenidos, tareas pautadas, motivación
y reconocimiento del éxito, flexibilidad en su trabajo autónomo, trabajo por
proyectos, trabajo cooperativo controlado, aprendizaje por descubrimiento, uso
de las nuevas tecnologías...) y el buen uso de las técnicas de manejo de la
conducta (refuerzos positivos y negativos, eliminar conductas desadaptativas,
tiempo fuera, retirada de refuerzos positivos cuando emiten conductas
desadaptadas…) y todo esto acompañado de actuaciones controladas por parte del
profesor cuando se produzcan conductas desafiantes o violentas.
Si todas las
actuaciones anteriores se llevan a cabo con solvencia y además de ello
potenciamos los puntos fuertes de estos alumnos, como son la espontaneidad y
curiosidad, creatividad, energía para tareas motivadoras o predisposición
favorable a los retos, será muy difícil no conseguir buenos resultados.
El siguiente esquema resume un poco lo que comenté antes: